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la renta básica se mueve

La Renta Básica tiene unos rasgos formales de laicidad, incondicionalidad y universalidad exactamente idénticos a los del sufragio universal democrático. Igual que ocurre con el voto, se tendría derecho a la Renta Básica por el sólo hecho de existir como ciudadano –o residente acreditado—, independientemente del sexo o de la etnia de pertenencia, del nivel de ingresos de que se disponga, de la propia opción sexual o de la confesión religiosa profesada. Los grandes combates por el sufragio universal y la democracia llevados a cabo en el siglo XIX y primer tercio del XX por las poblaciones trabajadoras –excluidas del mismo por el sufragio censitario defendido de consuno por conservadores y liberales en el siglo XIX— tuvieron ciertamente una buena dosis de instrumentalidad, ya que se deseaba la democracia para poder acceder, se creía, a otros objetivos (el socialismo, la justicia redistributiva, etc.). Pero la lucha por el sufragio universal fue mucho más que una lucha instrumental, porque a la universalidad y a la incondicionalidad del sufragio se les acabó asignando valor por sí mismas, fueran cualesquiera las consecuencias que los muy antidemocráticos liberales y conservadores decimonónicos manifestaban lastimeramente que traía consigo.

Yo creo que la lucha por una Renta Básica de ciudadanía podría llegar a desempeñar en lo venidero un papel parecido. Tiene, desde luego, un lado instrumental, ya que se defiende para acabar con la pobreza y para poner freno y bridas a las políticas neoliberales, es decir, para evitar que el grueso de la población mundial tenga que vivir en la pobreza, quedando a merced de la arbitrariedad de muy pocos ricos. Mas la Renta Básica puede convertirse en algo no instrumental, y su exigencia puede cristalizar en los movimientos sociales y en la opinión pública democrática como un punto irrenunciable de justicia y dignidad, con valor por sí mismo, fueren cualesquiera las consecuencias que los muy antidemocráticos neoliberales y neoconservadores del siglo XXI vociferen que trae consigo.

Una de las grandes fuerzas morales que puede llegar a suponer la defensa de la Renta Básica es que no solamente apunta a la evidencia de la terrible desigualdad del mundo contemporáneo, sino que apunta también a las menguas de libertad que trae consigo la gran desproporción de las rentas y de las riquezas. Igualdad y libertad no son dos objetivos a elegir independientemente uno del otro. Las grandes desigualdades sociales son un auténtico impedimento para la libertad de muchos millones de personas; y al revés, la falta de libertad de muchas personas, la necesidad cada vez más perentoria en que se hallan las poblaciones trabajadoras de pedir diariamente permiso a los ricos y a los muy ricos para poder subsistir en las condiciones dictadas por éstos, dispara a su vez el ulterior incremento de la desigualdad. Porque la pobreza, en efecto, no es sólo privación y carencia material, diferencia de rentas; es también dependencia del arbitrio o la codicia de otros, quiebra de la autoestima, aislamiento y compartimentación social de quien la padece. Quien cada vez tiene menos garantizada su existencia material, ve crecientemente menguada su libertad (en forma de “contratos de primer empleo”, precarización, temporalidad, “flexibilidad”, o puro desempleo sin cobertura alguna); y la creciente mengua de su libertad, redunda en el crecimiento de la desigualdad material (en forma de salarios reales descendentes, pensiones de jubilación inciertas, infraestructuras y servicios públicos o privatizados o pauperizados y… ¡beneficios financieros y granempresariales por las nubes!). Esta desigualdad material está llegando en el país más poderoso del planeta a extremos que son difíciles de justificar incluso para los más conformes con el status quo. Quizás hace falta recordar, como lo hacía el veterano profesor de la Universidad de Maryland, Gar Alperovitz, que en los Estados Unidos actualmente los 2,5 millones más ricos de la población tiene más del doble de ingresos que los 100 millones de estadounidenses con menos ingresos. Que es lo mismo que decir que ¡el 1% de la población más rica dobla los ingresos del 34% del estrato inferior! Una desigualdad tan acusada afecta a la libertad de la mayoría.

Con Philippe Van Parijs he tenido ocasión de conversar sobre lo que fue resumido perfectamente por él mismo en un texto de 1999: “La filosofía política nunca ha sido para mi un juego frívolo que solamente busca hacer distinciones sutiles que permitan lucirse, sino que se trata de una parte esencial de la urgente tarea de reflexionar sobre lo que debe hacerse para conseguir que nuestras sociedades y nuestro mundo sean menos injustos que ahora o simplemente eviten el desastre.” Este libro que escribieron originalmente en francés Yannick Vanderborght y Philippe Van Parijs y que ahora Paidós ofrece traducido al castellano será sin duda, al menos para quien se niegue a entender la filosofía política como “un juego frívolo que solamente busca hacer distinciones sutiles”, una utilísima herramienta para reflexionar, comprender y aquilatar la Renta Básica como programa de cambio social y político. Una propuesta desde luego destinada a contribuir a que este mundo “sea menos injusto”.

Pocos libros ofrecen tanto en tan pocas páginas.

(Fragmento del prólogo escrito por Daniel Raventós)

La renta básica. Una medida viable de lucha contra la pobreza.
Paidós, Barcelona, 2006.
Yannick Vanderborght y Philippe Van Parijs

7 comentarios

  1. Desde mi aceptada ignorancia sobre el tema, opino:

    ¿No intentó algo así el comunismo en los países del este fracasando estrepitosamente por el alto absentismo laboral que generó?

    ¿O estamos hablando de renta básica concedida por el hecho de vivir?

    Si no hacer nada que aporte algo al mundo genera a las personas suficientes ingresos para vivir, ¿para qué trabajarían? ¿ambición y codicia?

    Yo creo en este sistema siempre y cuando todo el mundo fuese honesto, pero ¿puede eso controlarse?

    Hare

  2. No es lugar para entrar en detalles, pero esta idea está basada en la sobreproducción. El tema es que podemos generar suficientes riquezas para mantener a todos con la renta básica, y después, el que quiera, se puede dedicar sin problemas a lo que le apetezca. A desarrollar ubuntu, por ejemplo, o hacer canciones, o a complicados estudios médicos, sin tener que pensar constantemente en cubrir la necesidad de comer.

    Pero ya te digo, no es un tema complejo pero sí extenso, y se basa en la idea de que todo el mundo quiere ir más allá de donde está (y no me refiero a económicamente, aunque también).

  3. Pues esto es una excusa como otra cualquiera para tomarnos unas cervezas y arreglar el mundo.
    Si no te parece bien podemos sugerir otros como:
    ¿Por qué saltó Tontxu a la fama cuando había otros cantautores mejores?
    ¿Por qué nadie le sacó un disco a Ortondo?
    ¿Existe en realidad Fran Koldo?
    ¿Se casó Goyo?
    ¿Vi a Víctor de los del Shakespeare in Rock reclamando deducciones por derechos de autor en Hacienda o fue un espejismo generado por el hastío que me supone ir a Hacienda?
    ¿realmente está operada Ana Belén, o se puede estar así de buena a los cincuenta y muchos?
    ¿Si metes un gorrión en un limón, el limón vuela?

    Vamos, que cualquier excusa es buena para que nos tomemos unas cervezas cuando te animes, propongo cualquier día del fin de semana.

    Un abrazo,

    Hare

  4. Mmmm, seguramente, pero hay cosas de las que dices que me dejan sumamente perplejo. Mmm.

    Tendremos que verificarlo en persona con unas cervezas, definitivamente. No queda más remedio.

  5. No te preocupes, son cosas de abueletes, que ya no estamos pa ligar niñas en los bares y nos tomamos unas cervecicas como buenamente podemos… qué tiempos aquellos del festimad, por dios…

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