su circo, su realidad
Tengo frío, resaca, sed. Siento frío, me come la resaca de los días, la sed es infinita, tengo una piedra de sal en el estómago. Pienso despacio, mascando lento las ideas que me atraviesan la cabeza de parte a parte. Tomo un poleo, agua, fumo un cigarro tranquilo. Hace tiempo que no compongo letanías a largo plazo, que me limito a estar donde estoy cuando estoy.
Ayer quedé con un colega que dejó a la piba hace más de tres semanas y está hundido. No puedo negar que comprendí muchas cosas, y espero que él también. Espero que le haya podido ayudar en algo. Él a mí sí lo hizo. No sé si me siento mejor o no me siento nada en absoluto. Una hoja en medio de la corriente, o varada en la orilla, o fosilizada en el fondo tras doscientos mil años de tiempo en las condiciones adecuadas. Necesito un corazón de regalo y otro de reserva, metidos en una bolsa térmica. Me gustaría volver a repetir lo que le dije ayer, asumirlo. Porque lo sé, sé que lo que me contó es posible, pero me parece antinatural ir así contra los propios sentimientos. Por más que la cabeza no exista y se pregunte el estúpido "yo" quién es. Por más que duela estar ya aquí y no saber aún quiénes somos. No creo que lo sepamos nunca.
No hay nada ahí en medio. No estoy diciendo nada, en realidad. Sólo pienso que tanto empeño como es necesario, dirigido convenientemente, puede salvar cualquier cosa en la que aún queda tanto. La dirección es diametralmente la opuesta. Pero eso no importa para nosotros. Nosotros estamos en el otro lado. Viendo las cosas al otro lado de la botella. A ellos quizá se les haya encajado la boca de cristal en el ojo y estén algo desenfocados, pero siempre están orgullosos.
Este circo es suyo. Esta es su obra, y la contemplan.
Nosotros al otro lado. Es comprensible, nosotros estamos peleando con el culo de la botella. Ese jode menos, porque es más gordo. Pero es más gordo. La creación personal en la base algorítmica de forzar las cosas hasta perderse del todo para empezar de cero. Creación personal es una frase tan estúpida como la de "calidad de vida", fraseologías más o menos ñoñas de ideales estéticos. Comprendido. Todo rueda, no hace ruido, funciona. Hace ruido a veces, por la noche. A veces la echas de menos, ¿verdad?, claro, todo mecanismo tiene imperfecciones, ruidos, roturas, engranajes que no hacen bien su trabajo. Porque esto no es hierro y grasa, sino carne, sangre, piel, huesos. Las máquinas rechinan, las neuronas y las células cardiacas duelen. Hacen sangre. Pero al final es como pegarte una paliza a correr, torturarte te hace sentir vivo, ¿verdad? Es tu obra, la contemplas entre gritos que generan una vitalidad que no recuerdas, que ya no recordabas. Estás ahí, de pie, ululando, mirando la terrible escena, viendo como cae un mundo entero a pedazos, tienes todos los trozos del partenón a tus pies, tomas alguno aún con cariño y te repites es muss sein!, es muss sein!, ¡tiene que ser!, ¡tiene que ser!, te rodeas del halo de lo inevitable, de una guerra santa que debe imponerse a la neurona y hasta al ritmo cardiaco. Así los trozos son menos dañinos, porque es necesario que se rompa todo para volver a reencontrarte contigo mismo.
Eso lo entiendo. Pero entiende que lo importante es dónde coloques el punto de apoyo. Es un espectáculo un tanto triste ver tu sangre salir a borbotones por los poros de tu piel mientras sonríes y repites es muss sein una y otra vez. Todo está justificado en pro de nada, porque ni siquiera sabes si vas a construir algo. Quizá sólo pierdas el tiempo. Pero uno tiene que hacer lo que tiene que hacer, supongo.
Tengo frío, resaca, sed. Aún sigo contento, alegre. La vida es estupenda de todos modos. Alimento mi carne magullada, herida, con la suficiente vida como para que los moratones jodan menos. Nadie quiere volver a lo mismo, es una lección que tenéis que aprender vosotros, los del otro lado de la botella. Nosotros construimos templos donde se os idolatra, es nuestra afición, comenzó como algo serio pero se está convirtiendo en un pasatiempo. Es necesario, seguramente sea también una fase. Pero de repente nos dimos cuenta de que gente que sangra tanto voluntariamente en pro de un supuesto futuro mejor son falsos dioses, equivocados y desorientados. Ya lo dije, demasiado empeño mal orientado. Esta orientación no es instinto de vida, sino thanatos, instinto de muerte. Dirigir la cabeza guiados por la cabeza directamente a la pared, a cien mil kilómetros por hora. Sigue siendo instinto, y eso confunde. Claro que todo seguirá rodando, nos casaremos con otros, probablemente. Pero la contradicción está ahí, y estará mucho tiempo, como un lazo roto en el suelo sanguinolento del pecho. Como una muñeca sin piernas, sin brazos y sin cabeza en el suelo de una ciudad devastada por la guerra. El suelo de los templos que llegamos a construiros es de tierra, la lluvia los convierte en estanques de barro. Tenemos una cierta idea de dónde están los estanques de luz, pero se encuentran en una dimensión paralela de la que no tenemos la llave. Nosotros no. Y va importando menos. Queda el amor, como una llama en el centro de todas las cosas. Queda el frío, la resaca, la sed. Eso es también parte de la historia. Eso es lo que quería explicar hoy, no contar nada, no hacer saltar la espita de lo que no me pertenece. La vida se va llenando, son innecesarios los templos. Para el día que hayamos entrado en el mundo no quiero reproches. No olvidéis que esta guerra no la iniciamos nosotros, nosotros sólo sobrevivimos. Nunca fue fácil, pero sí posible.