sobrevivir

Anoche me fui a tomar unas cervezas, a recorrer un poco la calle. Fuera la cerveza es cara, pero es un sacrificio que debo hacer si quiero recuperar contactos, los pocos algo interesantes que aún quedan, sentados en las barras, agarrando su tercio, riendo en otro nivel. Yo estuve prácticamente casado, así que, siguiendo el curso habitual de las cosas, perdí todo y gané en horas de televisión, de sexo y de abrazos. Salí a la calle transido de ilusión, todo era posible, iba a conocer a una tía estupenda y a tener una conversación verdaderamente estimulante sobre cualquier tema extremadamente interesante, así que todo iba bien. Me lié un cigarro y anduve deprisa, no podía llegar tarde.

Cuando llegué al bar estaba Mata, porque Mata siempre está allí. Recuperando bares, todo el mundo se alegró de verme, creo, pero después de un par de años, por supuesto, me había convertido en un cliente de segunda, en un contertulio de segunda. Me había perdido un montón de cosas. Bueno, pero iba dispuesto a ponerme al día. Arranqué con un litro, porque no tengo pasta para ir tomando tercios. Sumergí allí mi nariz, mi ansia, mi rabia y mi ilusión, y la cerveza respondió inundándome de una sensación tranquilizadora, de repente no parecía tan terrible mi situación, el hecho de que Lore haya decidido encontrarse a sí misma lejos de mí.

Y así estuve un par de horas, hasta que Lore llamó. Estaba aquí. Quedamos al lado del bar. Yo ya estaba ciertamente perjudicado, pero cogí mi abrigo, le dije a Mata que me piraba, que se hiciera cargo de la cuenta. Mata asintió. Me fui corriendo. Lele estaba en la plaza del ayuntamiento, aparcada en doble fila en la Kangoo. No pude sentarme delante, demasiados recuerdos, así que tiré un libro que había fotocopiado en el curro en el asiento de atrás y allí me metí. Saludé, no recuerdo muy bien nada porque me he puesto una coraza en medio, justo allí donde duele. Aparcamos cerca de otro bar conocido, La Estación, y pedí una copa y una coca-cola para Lore mientras ella iba al baño. Después las conversaciones extrañas de momentos como ese. Lore diciéndome que se siente sola. A ver qué se responde a eso. Pues que yo más, y que encima yo no he tomado la decisión. Lore diciéndome que se siente vacía, y que por eso es tan importante para ella llenarse. Claro, lo entiendo, entiendo eso de llenarse, lo que no comprendo del todo es el método, como si llenarte de rutina y de cosas que hacer fuera suficiente para tener algo dentro de la cabeza. No, es todo lo contrario, para llenarse hay que vaciarse de cosas, soportar de vez en cuando cuatro o cinco horas con uno mismo, asumir todos los reproches, todos los golpes, las cicatrices, y sobre todo las heridas. Sobre todo esas. No se consigue nada si echas ahí tierra encima. Fíjate, no tengo ni idea de por qué, pero yo estoy tremendamente creativo, ando a medias con una novela, con un libro de poemas y tengo doce canciones dispuestas para un grupo. Me dijo que tenía suerte. Estuve a punto de irme de allí después de eso.

Pero no me fui, porque sigo teniendo la misma necesidad de estar con ella, porque para mí todo esto es una idiotez que nos va a llevar a la más absoluta de las ruinas, y porque, ahora mismo, me doy igual. No me importa no sobrevivir a tu era, ahora mismo, no me importa quedarme anclado en tu recuerdo el resto de los días de mi vida. Porque tengo claro que todo pasa, y si esto es lo que siento ahora, me meto ahí dentro de lleno y vamos a sentirnos mal, que es lo que toca. No le pienso poner condicionantes a mis sentimientos, niña, no pienso, si ha llegado el momento de reventarme lo haré hasta que todos mis órganos internos no sean más que un pulpa blanda subiendo y bajando en el hueco de mis entrañas.

Estuvimos hablando así algún tiempo. Ella me insinuó todo con frecuencia que en realidad, aunque esté jodido por otras cosas, ella no me importa una mierda, porque no entiendo que esto es lo que necesita y no sé llevarlo bien, como ella quiere, como los amigos que somos. Porque a cada problema que ella me dice que tiene yo le pongo encima uno que yo considero peor. Porque dice que no la escucho. Porque no quiero darle las sábanas que a ella no le costaría nada reponer, en virtud al Bucanero, y a mí sí. Supongo que necesita justificarse un poco. Hay detalles. Cuando yo estaba en el bar con Mata le envié un mensaje al móvil, le dije: Lore, o quedamos o me voy con esta tía. Claro, no había ninguna tía, pero ella llamó a los cinco minutos y fue cuando quedamos. Me dijo que mi mensaje parecía triste, y yo no encuentro la tristeza en esa línea en ninguna parte, pero sí otras cosas. Detalles.

Ella estaba cansada, y no tenía sentido seguir allí. Se fue a la barra a pagar, y yo me fui a casa. Llegué a cruzar dos esquinas, luego me volví. No soy fuerte en absoluto. Estaba todavía en la barra, preciosa. Salimos, le pregunté por su pelo, me dijo que estaba recuperando, y de verdad lo parecía, ahora sí, la salud siempre depende de la pasta que tengas para el tratamiento. Montamos en el coche, de nuevo la misma conversación de reproches a mi falta de comprensión. Le dije que si no tuviera corazón me costaría menos comprender esto, o al menos no dolería ser capaz de hacerlo. Mierda de ideas hippies, le dan tanta fuerza que no le duele nada. Está viviendo una película estimulante, pero de factura norteamericana. No son reales, eso es lo que pasa, no tienen en cuenta los verdaderos sentimientos, aunque sí movimientos estéticos muy bonitos. Figuras de un caleidoscopio, bobas pero hermosas.

Seguimos despistándonos mutuamente en la conversación, heridos pero bien a la defensiva, con rabia. Heridos pero con mucha fuerza, yo menos. De repente dijo algo así como que yo al final agradecería su decisión, debido a lo de la creatividad. Y entonces sí me bajé del coche, no pude más. No pude soportar el crepitar de esas palabras en mis oídos. No te puedes imaginar lo poco que me importa la creatividad, no te puedes imaginar lo poco que me importa, ahora mismo, recuperar todo esto sin ti. No tienes ni idea. Yo no tengo una justificación, no me he embarcado en una lucha. Por favor, no intentes convertir esto en una guerra santa, no me digas que me estás ofreciendo la salvación para justificarte a ti misma. No lo hagas.

(Un cacho de la novela)