chaouen

Fuimos a ver a Chauen en Galileo-Galilei, y estuvo bastante bien para ser chauen, aunque su grupo estuvo detestable, con una mención especial de honor de mierda al guitarra, que era uno de esos que se ponen la guitarra justo debajo del sobaco y me dan asco, por chulos, idiotas y protagonistas. Después me bajé del coche al llegar al vaivén y me tome un litro de cerveza mientras hablaba con mata y con la nueva piba de juan. Un poco de allí, recordamos cómo el padre de Edipo daba por culo a su madre, por lo de la maldición. Cuando volví a casa lore creo que dormía (no miré), me pegué una ducha con agua fría (no tengo otra) y me dormí de puta madre y a la primera, sin tener que intentarlo varias veces. La indiferencia me posee. Ella tampoco demuestra nada, porque es una roca de hielo en medio del desierto gélido más absoluto. Nunca sabré nada, a no ser que inicie yo la conversación, pero ya no me apetece. No pienso volver a iniciar ningún movimiento, y que sea lo que deba. Es la indiferencia, que es absoluta. Es una lástima, pero ya he decidido no ser más el mulo que tira. Ha llamado el técnico, arreglar el calentador, son 40 euros más mano de obra, unas treinta mil pelas. Juer. Cervezotas para todos, yo mantengo fielmente mi resaca hasta que me la quite el médico. Buenas.