cagar o salir del váter

No tiene nada que ver, yo tengo una cinturita... el sexo es otra cosa. A mí me gusta más el de la conversación que el de la noche arrebatada de puro placer físico (aunque, por supuesto, no desdeño el segundo). En cuanto a lo de la mala racha... joder, tendremos que hacer un club. Pero bueno, es mejor no abundar en detalles, porque en caso contrario nos ayudamos mutuamente a ir hacia abajo, en espiral, hasta tocar el fondo cenagoso en el que es difícil pegar el patadón para subir de nuevo. Ayer estuve por primera vez en un par de años en el pueblo de Guadalajara donde pasaba los veranos cuando era un crío físicamente. Estaba toda la familia y fue un asco, de pura rencilla en que se han convertido. La gente (incluida la familia) ya no me trata como un crío, y eso en un sitio en el que siempre me han tratado así era raro, extraño. Descorazonador de algún modo, porque el recuerdo es taimado y nunca sabemos justamente la fuerza que extraemos de él. Hicimos unas chuletas, me lo pasé muy bien con mi padre, que no está tan acabado como él piensa, sino todo lo contrario. Tomamos cervecita rica, vivimos bien este domingo un tanto dominguero. Las cosas con lore andan, pero más bien a rastras, y hoy a las cuatro viene su abuela con el novio, así que poco tiempo nos va a quedar para nosotros, para convivir y aclararnos. Hoy no tengo ganas de hablar con ella. Soy puro silencio. No sé por qué, pero tengo una sensación en el estómago (a lo mejor es la grasa de las chuletas de ayer, y de los chorizos y tal) que me lo impide. El problema del sexo y el problema del recuerdo y el problema de lo que somos en comparación con lo que quisimos ser. Yo creo que me llevo bastante bien conmigo mismo, he aprendido que el recuerdo marca el camino al que propendo, independientemente de mi situación actual, atada a la pura realidad de comer y tener un sitio donde dormir. Sigo escribiendo, y tocando, y componiendo, así que no está todo tan mal, porque sigo en el camino. Pero Lore es otra cosa muy distinta, ni caga ni sale del váter. Me gustaría ayudarla, pero todos mis intentos se estrellan contra su orgullo o su propia situación, que no le permite ver el problema como yo lo veo. Y, lo que es lo peor de todo, nada excepto mi propia convicción me resuelve el tema de que yo puedo perfectamente estar equivocado. Si no te gusta tu vida la cambias, o al menos lo intentas, y si te gusta la disfrutas. Lo que no puedes hacer es sentir irracionalmente que algo no funciona y desesperarte porque no sabes hacia dónde ir, qué cambiar. Porque eso sí que es frustrante, el hecho de que no te termine de gustar lo que tienes pero que no tengas ni puta idea de qué te gustaría. Ni siquiera un indicio. Eso es ni cagar ni salir del váter, sino quedarte mirando a la taza esperando yo qué sé. Es muy frustrante, y siento que necesito echarle una mano para, una de dos, que se reconcilie con lo que es ahora mismo o, por otro lado, que sea capaz de ver y cambie, incluso aunque ese cambio no me incluya a mí mismo. Uff, vaya chine, os dejo, cervecitas para todos.