impotencia ante lore
Bien o mal o mal o bien hace dos tardes que terminaron los exámenes. el jueves cogí a Lore y a Leti no nos fuimos a la Estación a chuzarnos rajando y destrozando una mesa de billar. La noche tranquila, nada peligrosa, al día siguiente resaca bruta en el curro y mucho sueño. No le hablo a casi nadie de mi examen e intento pasar despercibido, porque yo creo que me he levantado aún borracho. Después llego a casa, sigo preparando la nueva librería de café y cigarro e irresistiblemente me duermo. Me levanto a tiempo para ir a ver a Doctor Grillo en el Búho Real. El concierto es brutal, Paco canta bien y Raul es una cosa inmensa con la nueva guitarra que le han hecho. "Una botella y dentro el mar", Voyager I. Después salimos, pasamos por el profesional a tomar unos vermuths que hoy, por ser fiesta, ponen a tres euros. Casi lo vomito. Luego tengo una conversación con Lore (últimamente salimos a una diaria) en la que se me sigue mostrando con mayor profundidad la tridimensionalidad de los problemas de Lore con el mundo y, comprensivamente, conmigo mismo. No doy ni cinco duros por la relación. Ella necesita cosas nuevas, conocer a imbéciles en fiestas, exponer, salir, entrar, recibir influencias nuevas de nueva gente. Yo puedo ser lo que quiera excepto sorprendente por nuevo. Eso lo tengo claro. Me guardaré para mí la brutalidad de argumentos que arden en mi cerebro y que, en este caso, no sirven para solucionar absolutamente nada. Hay cien mil cosas dolientes ahí. Es la impotencia lo que más duele. Aunque tengo clara la ubicación del problema y su insignificante importancia real y tengo la sensación de que la solución es un error estúpido, no puedo hacer nada para comunicárselo a Lore. Sólo puedo esperar e intentar no perder los estribos demasiado, no tener accesos de ira. Adios, diario. No quería pensar en esto.